martes, 28 de diciembre de 2010

TODO LO QUE HAY QUE SABER SOBRE LOS NIÑOS ÍNDIGO

"I see dead people"
Haley Joel Osment


Estados Unidos. Década del sesenta. Época de libertinaje si las hubo. En este marco, muchas adolescentes con ganas de practicar el viejo in-out adquirían pastillas anticonceptivas sin pensar en las consecuencias. Una de las marcas más afamadas de este tipo de píldoras fue la Dollyground. ¿Por qué? Eran las más económicas de todas y además tenían sabor a frutilla. Pero era ineficaz, no sólo se podía concebir, sino que también se alteraba la genética del feto, originando mutantes. A este proceso se le llamó Indignación.


Ornella Muti, martillera pública. Fue la primer mujer en dar a luz un niño índigo.

La sorpresa de las jovencitas al enterarse de su embarazo sólo era superada por el mayúsculo asombro al descubrir las habilidades de sus hijos. El FBI reportó en 1973 el caso de un niño que decía haber visto el fantasma de un alfajor a medio comer. Era el primer testimonio de miles. Una mañana de 1974, Charles Foster Kane se encontraba con su pequeño hijo de siete años limpiando la vereda de la casa; "De sopetón, mi hijo me avisa que hay una sirena rubia atrapada en el desagüe de las cloacas..." declaró el ciudadano Kane.


Dana Plato, niña índiga. La actriz de Blanco y Negro estudiaba su guión leyendo la mente del libretista.


¿Cómo funciona un niño índigo?


Así es, los niños índigo son personas con una percepción de la realidad extremadamente aguda. Ven, escuchan, huelen, gustan y tocan más allá de lo tangible. Algunos estudios han comprobado que también escupen más lejos que los niños normales. Un niño índigo vive en tres planos distintos: la realidad tridimensional, la realidad onírica y la meta-realidad. Sus capacidades especiales no terminan aquí: también poseen telekinesis y se teletransportan cuando hace frío. Algunos, incluso, han aprendido a andar en bicicleta al año y medio de vida. En 1979 el cineasta David Cronenberg fue el primero en abordar el tema en el film Cromosoma 5, filme obligatorio para todos los amantes de los niños índigo.

Emilio Vieyra, niño índigo. Con sólo diez años dirigió una película sobre mujeres en la cárcel.


Julius Werdness, niño índigo. Combinó la peste bubónica con la rabia e inventó el SIDA.

Un infante con el gen indiggus puede procrear más niños índigo, pero de peor calidad. Uno de estos casos es el de Helen Gorriarán Merlo, de once años. Helen sólo puede mover objetos de color amarillo y solamente cuando tiene la regla.

En el planeta, un 20% de la población es índiga. Se estima que para el 2007 habrá en cada aula al menos dos niños índigo. Un tercero habrá pedido ir al baño.


Las preguntas más frecuentes sobre los Niños Índigo, por el doctor Humbert HumbertEl doctor Humbert dedicó su vida al tema.

¿Los niños índigo predicen el futuro?
Sí, en 1984 un niño índigo vaticinó la destrucción del individuo.

¿Qué pasó con la pastilla Dollyground?
Le agregaron colores y sabores. Hoy se las conocen como pastillitas "La Yapa". Son la principal fuente de la economía de los kioscos de los colegios primarios.

¿Qué les pasa a los niños índigo cuando crecen?
Pierden todas sus habilidades, excepto la de escupir lejos.

¿Se pueden comprar niños índigo en internet?
Sí, pero no tienen garantía.

¿Cómo distingo a un niño índigo entre los niños normales?
Va a tener olor a naftalina.

¿Pueden haber niños índigo de todas las razas?
Todas, menos de ascendencia italiana.

¿El tema de los niños índigo es para tomarlo en serio?
No, para nada.

¿Existe alguna conexión entre el asesinato de Kennedy y los niños índigo?
Ninguna.

¿Cómo hago para ir al barrio Jardín?
Tenés que tomar el central azul.

Además de Cromosoma 5 y Sexto Sentido ¿qué otros filmes tratan el tema?
Todas las de Spielberg, The Wall y Comando.



El Vaso Ruso #1, agosto de 2006.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Vender, Cobrar, Ganar


Eat Pray Love
(2010) Estados Unidos. Dirigida por Ryan Murphy






Lo que faltaba. El cine de autoayuda. Si hay algo más vil que convertir en un best-seller un retazo de tu vida con la excusa de querer "compartirlo" y que el mundo aprenda algo de él, es que también sea llevado al cine. De esta manera la gente que no lee novelas también accede a tu epifanía celestial. No tengo nada contra el cine comercial, lo que es vomitivo es que gente que quiera pagarle de una vez por todas los implantes mamarios a sus esposas (o directamente cambiarlas por otras más jóvenes y esbeltas) exporten valores humanistas o espirituales.

Para asegurarse de que esta basura sea vista por millones contaron con la presencia de Julia Roberts, una actriz que siempre hace estallar the box office a pesar de que su repertorio expresivo se reduzca a: sonreir, sonreir más, sonreir mostrando los dientes, sonreir inclinando un poco la cabeza y quizás llorar. Creo que la única vez que me cayó bien fue cuando hizo de Campanita, pero no quiero exagerar. En la versión latina del póster vemos a la "bella" Julia junto a Javier Bardem, que sólo ocupa un cuarto del metraje pero, ¡joder!, es un actor todoterreno que puede hacer de latin lover, escritor gay, tetrapléjico, psicópata y psicópata latin lover. Pongámoslo.

Comer, Rezar, Amar cuenta la historia de Liz Gilbert, una escritorsucha que no se siente a gusto con su matrimonio y decide ponerle fin, algo que sabía de antemano porque se lo había pronosticado un chamán indonesio que también adivina en su inglés tarzanesco el resto de la película a pocos minutos de su comienzo. Hambrienta de carne fresca, Liz comienza a salir con un joven actorzuelo que la convierte al budismo (¿qué hubiese pasado si el muchacho era trekkie o miembro del Ku Klux Klan?). El pendejo es copado pero Liz sigue sintiéndose vacía y culpable por haber hecho trizas el corazón de su ex. Resolución: un año entero sin coger.

Y aquí Comer, Rezar, Amar nos revela su dinámica videojueguística. Liz pasa una temporada en Italia, donde descubre el placer de la comida a los treinta y pico de años. Nunca es tarde. Ya con la panza llena se va a la India a meditar. Rodeada de moscas y miseria emprende su entrenamiento jedi: debe perdonarse a sí misma. ¿Era necesario instalarse unos meses en la India para perdonarse a sí misma? Para Liz, sí. Además, la American Express Platinum cubre todo. Limpia de pecados, se va a Indonesia donde se reencuentra con su adorable y desdentado chamán. Allí también conoce a Bardem en un choque estúpido y vuelve a coger.


Fin.


La película, producida por Brad Pitt (¿de toda la parva de guiones que hay en el mundo tenía que producir esta mierda?) es una suma de momentos olvidables. Insegura de sí misma, pone letreros de neón con las leyendas "RISAS" o "NUDO EN LA GARGANTA" según corresponda. El director Ryan Murphy, culpable de la serie Glee, parece estar dirigiendo publicidades de vinos, espaguetis, "visite Italia", "visite India", "visite Indonesia", "Pase un año sin coger".


Si existe una porción inifinetesimal de justicia en este mundo, no volverá a filmar nunca más.




A falta de Yoda buenos son los alcohólicos violentos redimidos.

La autora Elizabeth Gilbert agradeciendo a los lectores la compra de su segundo Rolls-Royce.





El Siestero de Rafaela, 18 de diciembre de 2010.




domingo, 12 de diciembre de 2010

Amélie, una película con capacidades diferentes


Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (2001) Francia. Dirigida por Jean-Pierre Jeunet



Amélie Poulain es una deseable veinteañera parisina que padece un tipo de discapacidad mental que nunca se aclara del todo. ¿Desde cuándo las retrasadas están tan buenas? Como la historia (le voy a llamar historia a esta sucesión de situaciones y personajes estúpidos que se encadenan sin ton ni son a falta de una palabra adecuada) está contada en clave de cuento de hadas contemporáneo nadie pide aclaraciones de ningún tipo. Este esperpento audiovisual está lleno de subtramas tan o más idiotas que la "trama" general. El enano de jardín que recorre el mundo. El tipo obsesionado con una mesera. El pintor demente. Y así. Un cadáver exquisito que no tiene nada de exquisito y todo de cadáver: inanimado y repulsivo. Jeunet se ampara en el "cine arte" (¿por qué le dicen cine arte a basuras como ésta o Requiem para un sueño?) para disimular la ausencia de un guión sólido con una fotografía preciosista (para que los estudiantes de arte o fotografía se deslumbren) y con la agotadora música de Yann Tiersen. Joven argentino: si tenés entre 18 y 27 años y estudiás alguna carrera de humanidades, tenés que tener la banda de sonido original de Le fabuleux destin d'Amélie Poulain. Y acordate que tener no significa escuchar.

Jean-Pierre Jeunet es tan canchero que tiene el tupé de incluir desnudos y orgasmos en una película inocente y bonachona, no vaya a ser que uno se olvide de que es originalísimo y que su deber es asombrar al esnobismo mundial con sus malabares de director loco-loco. Pero también quiere contribuir a la humanidad con un mensaje de paz, de amor y de justicia presentando a Amélie como una heroína desinteresada. Y sí, es muy fácil ser un héroe desinteresado en el universo que nos muestra la película, donde el verdadero mal no existe.

La boludísima Amélie descubre su razón de ser en el mundo afectada por de la muerte de Lady Di; es muchímo más cool que te afecte la muerte de una princesa-filántropa-rubia-alta-linda-e-inglesa que la de una misionera-de-un-metro-y-medio-con-cierto-parecido-a-E.T.-e-india como la Madre Teresa de Calcuta que sucedió exactamente cinco días después. Podríamos arrojar un manto de piedad y suponer que la idiotez de la señorita Poulain impidió que se enterase de este segundo fallecimiento. O que la pelotudez es inherente a lo cool.

Sin embargo, Amélie no es tan imbécil como parece. Además de procurar el bienestar de los demás, también le interesa su propia felicidad. Luego de histeriqueos con un personaje tan pelmazo como ella, descubre el amor y la película cierra con ellos paseando en moto con el puto acordeón de Yann Tiersen de fondo.

Si la felicidad es eso, Jean-Pierre Jeunet, no me interesa en lo más mínimo.



En el mágico mundo de Amélie las nubes tienen formas de conejo y los mogólicos no babean.





El milagro de P. Tinto (1998)). La película gallega que se anticipó a la imbecilidad de Amélie.


El Siestero de Rafaela, 12 de diciembre de 2010.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Dale que vivimos en una mansión re-alejada de la ciudad y con vista al mar


El Orfanato. Género: terror. Subgénero: terror dramático. Subgénero del subgénero: terror dramático con niños fantasmas.


Ésta es una de esas películas que requieren la virginidad como espectador para disfrutarla. El director de esta bazofia cree que uno es medio tonto así que al principio mueve la cámara despacito de un lado a otro con una música muy misteriosa, para que uno diga "uuuh, algo raro está pasando acá". Luego rellena el celuloide con un aluvión de citas y afanos, revelando así:

1) Su ineptitud para filmar una escena interesante.

2) Su total y bochornosa falta de fe en el género.

Arriba, pose original, Carrie (1976). Abajo, pose "homenaje" de El Orfanato (2007).


Laura, una niña huérfana, es adoptada y las cosas le van bien. De grande se casa con un tipo más bueno que Laura Ingalls, que sabe tocar el piano como ella y que tolera sus 1.587 caprichos como adoptar un niño con hiv y querer vivir en el ex-orfanato donde pasó los primeros años de su vida (qué copada que sos). Pero hay algo no funca, el hijito ve dead people (niños huérfanos que tuvieron una muerte horrible en ese mismo orfanato ¿qué otra cosa podía ser?) .

El Orfanato
está hecha a partir del Manual para la Realización de Películas de Terror que asusten a Nuestras Madres. Las actuaciones son correctosas y los personajes TOTALMENTE prescindibles y estereotipados. Está el profesor de ciencias paranormales (interpretado por el señor Barriga), la médium excéntrica (interpretada por la hija de Chaplin, cuyo único mérito en su vida es ser la hija de Chaplin) , la psicóloga y la vieja siniestra que mata para vengarse de los que se burlaban de su hijo deforme, premisa que recuerda a Viernes 13 (1980). Y cuando digo "recuerda" léase "confía en la mala memoria colectiva y roba sin escrúpulos". "Lamento mucho informarles que soy la hija de Chaplin y ustedes no"


"Soy una madre de Plaza de Mayo y afuera está lloviendo, dejame pasar"



La parte más vergonzosa de este vómito es una sesión de espiritismo donde utilizan el mismo aparatito ridículo presentado por John Boorman en El Exorcista 2: El Hereje (1977) un bodrio que al lado de este escupitajo cinematográfico parece El Ciudadano Kane (1941). Comparen esta escena inútilmente solemne con la menos pretenciosa y más efectiva sesión espiritista de Beetlejuice (1988).

"Pero... ¿vos no eras el que hacía del señor Barriga...?" "¿Qué? ¿Qué cosa?"


¿Hay algo mejor que una máscara de Slipknot para ocultar chicos especiales?


"Tranquilo que ya terminamos de filmar esta bosta"


"Ser un niño fantasma ya es jodido, ahora, ser un niño fantasma deforme es too much"




Una virtud: Eeehmm, hmmm... dejame pensar... ¡Ninguna!


Un pecado: entre las numerosas faltas, el final de este socotroco debería estar entre los peores finales de la historia.


Sangre derramada: 250 cm cúbicos.


Cita a una peor película: El atropello a lo ¿Conoces a Joe Black? (1998)


Minutos que le sobran: 47.


Secuencia de títulos: Cancherísima, con manitos que rompen un empapelado victoriano.


Protagonista que termina en el más ashá adoptando a fantasmitas huérfanos: una.


Etnias que deberían dejar de hacer cine de terror: españoles y japoneses.


El Siestero de Rafaela, 23 de Mayo de 2009.

martes, 23 de noviembre de 2010

Vicente Lewis, el poeta maldito

Hogar de Vicente Lewis. 12 p.m. Hora de la inyección de morfina.



Señor Lewis, su reputación lo precede. Se le ha otrogado a usted el para nada despreciable título de poeta maldito ¿Qué se siente ostentar semejante denominación?

Se siente... como una gota de Jack Daniels en la axila derecha... Es justo que me llamen así, mi obra y mi biografía son "malditas", están cubiertas de una sombra densa... Nací condenado, loco.





Vicente Lewis, con la mente en blanco.

Descríbame en pocas palabras sólo las cosas buenas que le vengan a su mente acerca de su madre.

¿Mi madre?

Sí.

Le hablaré sobre mi madre... Ella me leía cuentos de Perrault y Andersen todas las noches y ponía un osito a mi lado, pero no era cualquier osito, era un osito maldito.




Vicente Lewis, leyendo su poesía en los Jueves Funestos




Hábleme de su infancia.

Bueno, crecí en los Alpes Suizos... relojes, sopa y chocolates nunca me faltaron. Mis viejos tenían sangre azul ¿Viste? Eran re importantes porque... ah sí... tenían un montón de propiedades en Ginebra... Un montón de guita... Yo iba de acá para allá con un trineo, me había encariñado tanto con él que hasta le puse nombre y todo ¿Viste? le decía Rosebud... sonaba medio andrógino y eso me gustaba. Fueron los días más felices de mi vida hasta que ellos se cagaron muriendo en la famosa avalancha del '63. Un desastre. Lo positivo fue que heredé una tonelada de dinero, la condición para obtenerlo era venir a Córdoba para hacerles companía a unas tías solteronas.

¿Su adolescencia fue tan lóbrega como sus años tiernos?


Sí, una bosta. Estar a la intemperie de la nieve y mi mala posición al montar el trineo en Suiza me dejaron como saldo una escoliosis espatonsa. A eso sumale que de chico no me gustaba la leche... tenía los huesos de una vieja de 83 años ¿Viste? Y bueno, para evadirme de toda esa mierda me refugié en la literatura y en las drogas. Sobre todo en las drogas. No le hacía asco a nada, una vez mi tía Amalia me encontró untando una tostada con Cif... Pero por suerte estaban los brolis que me salvaban la vida... Bodeler, Pou, Morrison, Bucosqui, toda esa onda me re iba y me daban ganas de ponerme a escribir ¿Viste?
 

Vicente Lewis mostrándole a una groupie de turno cómo compone sus versos





Recuérdeme su primera publicación.


Bien... tenía la loca idea de sacar un libro llamado I just called to say hija de puta. Eran relatos, poesía y fotos... estaba impreso en formato triangular, con portada de alabastro, señaladores de terciopelo y páginas de cuerina mate. Saqué unos 1.000 ejemplares... No me quedó un sope. Dilapidé toda mi fortuna familiar en un libro inclasificable. Soy re loco ¿Viste? Y bueno, así somos los artistas de verdad, no nos importa un carajo la plata... Más adelante me las vi negras cuanto tuve que empezar a fiar la cocaína... para colmo se re aprovechaban que yo inhalaba cualquier cosa que fuese blanca y estuviese en polvo y me encajaban cualquiera... Uh, después tuve que pedirle plata a mis amigos, huir de los dealers... soy re maldito...








Vicente Lewis explicándole a su tía Amalia qué hizo con toda la mosca

 



Sin Embargo, Señor Lewis, no todo es desdicha en su vida. ¿Con cuántas mujeres se acostó por su fama de poeta? 

No llevo la cuenta. No, mentira, la llevo. Me acosté con 1.011 mujeres y algún que otro tipo afeminado. Eran verdaderas cosechas literarias... libro que sacaba, centenares de mujeres que me agarraba... Cuando me quedé en pelotas mis amigos me hicieron la gamba y pude seguir publicando... Saqué La psique de Van Damme con la que pude acceder, entre otras cosas, a unas bragas quinceañeras... El Hedor de Pablo Rago con el que perdí mi virginidad anal... Las muelas de Alica Bruzo con el que llegué a las 500 minas volteadas... Pero eso no tiene importancia, nada llega a aliviar este sin sentido que es mi existencia, viejo. Estoy acabado. Necesito un montón de pastillas para seguir vivo, me tienen que bañar, mi tía Amalia me paga el alquiler en este sucucho... 

¿Sucucho? ¡Este lugar parece el castillo del Drácula de Coppola! 

Sí. Pero no tengo Direct TV, man. Yo soy muy fifí... ¿Se puede vivir así? ¿Eh? ¿Se puede?












El Siestero de Rafaela. 24 de Junio de 2009.

martes, 16 de noviembre de 2010

Dale que tengo una cámara inalámbrica

Manuela Velasco se burla del espectador medio. "¡Espectador medio! ¡Leru, leru!"


Cuando el cine hispanoparlante se apropia de géneros que no le pertenecen, los resultados varían de lo aceptable a lo muy malo. Claro, éste último es el más frecuente. Pero no por reiterativo va a ser rechazado, existen desprevenidos que caen una y otra vez en la misma red: "¿Viste El Orfanato? Es genial, parece yanqui pero es española". Los ejemplos se amontonan como Tampax en un colegio de pupilas.


Bueno, la película en cuestión ([Rec], España, 2007) toma varios tópicos vistos unas trescientas veintiocho mil veces por el espectador medio, conveniendo que el espectador medio no es un amante del cine sino alguien que ve una película de vez en cuando porque afuera está lloviendo, se canceló la picada con los chochamus o esta noche no puede salir porque mañana hay que votar. Dudo que a esta altura alguien que haya visto más de dos películas de terror en su vida se asuste con una película llena de chanes. Tiburón ya se hizo en el '75, fiera.


La cinta dirigida por dos (¡dos!) personas nos cuenta cómo una reportera (interpretada por la muy comestible Manuela Velasco) y un camarógrafo se ven involucrados en sucesos pseudofantásticos donde no faltarán los sustos y las corridas. Obviamente, todo esto será registrado por una cámara temblorosa e irritante. ¡Pero vaya! ¡Qué idea tan novedosa! Es medio parecida a The Blair Witch Project, pero bueno, ¿quién mierda se va a acordar de una película del '99?

Amparándose también en el desmemoriado público, los protagonistas descubren una cinta donde "Un Profesor" aclara cómo viene la mano en su bitácora. Sí, lo que Sam Raimi usó como chiste en Evil Dead 2 (1987) se repite 20 años más tarde como algo denserio.
¿El final? Todos los personajes mueren, pero la humanidad evita una epidemia de la concha de la lora. Bien por la humanidad.

Una virtud: quizás esta gente haya tenido buenas intenciones y creyeron estar descubriendo la pólvora.
 

Un pecado: con buenas intenciones no hacemos nada.

Tetas mostradas: dos y no las que queríamos ver.

Niñas poseídas/infectadas: dos.

Sangre derramada: tres litros y cuarto.

Veces que alguien dice "hostia": 138.

Policías parecidos a Borat: uno.

 
El Siestero de Rafaela, 6 de abril de 2009.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Alguien tiene que hacerlo


El 2 de mayo de 2008, Julia Pettinari fue encontrada sobre la alfombra verde manzana de su cuarto con varias puñaladas en el torso, violada con su propio instrumento (un contrabajo) y con las muñecas serruchadas. El comisario Benavides no pudo evitar llorar como una abuela cuando vio el cuadro, pero logró articular primitivamente: “Necesito al mejor trazador, llamen a Notch”.

De un taxi descendió una figura oscura y apacible, abrigada con un sobretodo y un sombrero de ala ancha. Se detuvo un breve pero eterno lapso a contemplar la ventana de la habitación iluminada donde el mal se había hecho presente. Le abrieron la puerta a la velocidad con la que alguien que padece de gastritis toma un vaso de yogur. Ahorrando preámbulos innecesarios, signos de la maldita buena educación, Notch le preguntó a la dolorida madre de la víctima:

–¿Cuál es el segundo nombre de la muchacha?
–Teresa –sollozó la menopaúsica.
–Es un nombre hermoso –decretó Germán Notch, el trazador.

Con toda la paz del mundo, Notch subió los escalones que conducían a la delicada pieza del flamante cadáver sin manos. Entre los escalones diecisiete y dieciocho, abrió su abrigo victoriano, dejando a la vista un set de tizas de distintos tamaños y formas. Admirando el empapelado color pastel de la casa, seleccionó una tiza 45CH de la firma Chalks & Chalks, blanda y de mediano grosor. Un grupillo de policías le pisaba los talones con entusiasmo.

Ingresó en los aposentos de Juliana, sacando de uno de sus tantos bolsillos el cd de la banda de sonido ganadora del Oscar en 1978, Midnight Express de Giorgio Moroder, y le ordenó a un suboficial su inmediata reproducción. Con la parsimonia con la que un cazador de leones aplastaría a una vaquita de San Antonio, Notch comenzó a recorrer el grato, aunque incompleto, cuerpo de Julia con la tiza elegida. Como era su costumbre, siempre empezaba por el cuello, una especie de fetichismo inconsciente derivado de la ya superada obsesión de Notch por una señorita a la que tuvo que practicarle traqueotomía en 1987.

Los novatos uniformados trataban de no pestañear para tener marcado a fuego en su memoria un contorno del eximio perito. No era para menos, Notch fue el encargado de dibujar la silueta de cadáveres tan ilustres como los de René Favaloro, Cristina Lemercier, Gianni Lunadei y, recientemente, el de Heath Ledger, cuando estuvo de gira en los pagos del Tío Sam.

¿Que cómo llegó tan lejos? En la víspera de su cumpleaños número veintisiete, su madre lo amenazó con no mantenerlo nunca más. Tenía dos opciones: delinquir o ingresar en las fuerzas policiales. Fracasó en lo primero, porque era muy lento para correr y le disgustaba usar las pantimedias como máscara.

En sus primeros años como policía, se sintió como pez en el agua: se dedicaba principalmente a violar a los reclusos menores de edad y a pasarle pomada a los borceguíes del comisario. Pero, luego de doce años, comenzó a sentir un enorme vacío en su alma y decidió ingresar a los cursos de postgrados de Macramé y Tizas Pastel impartidos por el suboficial Néstor Arrestiagui. Fue entonces, a los 39 años, que descubrió su razón de ser: el trazado de cadáveres.

Sus primeras asignaciones no le resultaron nada fáciles, e incluso había mucha gente que dudaba de su talento. Tuvieron que asesinar a un obeso con escoliosis al que le faltaba una pierna para que Germán demostrara su aptitud, ya que sus colegas no pudieron completar el trabajo por considerarlo “el contorno más caprichoso con el que jamás se habían enfrentado”. Notch lo trazó con una sensibilidad a la línea que conjugaba el clasicismo con un vago aire vanguardista. El resto es trillado (dinero, fama, groupies, incertidumbre, adicción al láudano). Después de un largo laberinto pudo encontrar el sosiego, el perito ya peinaba canas y podían atribuírsele a él las palabras de Bjork: “Lo he visto todo”. Cerró la línea del cuerpo de Julia Pettinari en su tobillo izquierdo sin mostrar ningún sentimiento de naturaleza humana.

–¿No lo firma, Maestro? –preguntó uno de los cabos. –No, pibe –respondió Notch con pesadumbre, mientras se incorporaba y sacaba un cigarrillo. Lo encendió y, después de una seca, agregó: –Cuando ves a una mina que te mueve el piso en la parada del bondi, ¿le ves la firma al costado? Cuando te pedís un lemon pie en el bar, y su sabor es sublime, ¿le ves la firma? Las cosas más bellas del mundo no llevan firma, papá.



El Siestero de Rafaela. 14 de Junio de 2008. Sección "La Rafaela Noir que no queremos ver"

lunes, 8 de noviembre de 2010

Jesús Ochoa, narcotraficante

por Joe Mantegna











Bar “La Gloria”, Rafaela, Santa Fe. Este fue el lugar elegido por mi entrevistado, que llegará en unos minutos. Me adelanté un poco para prepararme psicológicamente, ya que el hombre que espero tiene la simpatía y la benevolencia de Jack Nicholson en El Resplandor. Su nombre, Jesús Gonzalo Diego José María Ochoa Chumbitaz de las Alturas Páez, inspira tanto respeto como temor, y es una de las personas más buscada por el FBI y por algunos videoclubes. Se lo declara culpable de asesinato, robo a mano armada a ciudadanos, bancos y correos, robo de objetos sagrados, incendio de una prisión estatal, perjurio, bigamia, abandono de su mujer e hijos, incitación a la prostitución, secuestro, extorsión, aceptación de objetos robados, venta de objetos robados, uso de dinero falsificado, utilización de cartas marcadas y dados alterados, asalto a un juez de paz, violación de una virgen de raza blanca, violación de una menor de raza negra, descarrilamiento de un tren para robarle a los pasajeros, detención y venta de esclavas sexuales. Además, es el distribuidor de drogas no recetadas número uno del hemisferio sur.

Me sorprendo al verlo llegar, esperaba un mestizo de un metro sesenta con andar rapero, lentes de sol, una de esas barbas imposibles de tres milímetros de espesor, pantalones blancos, camisa hawaiana de mangas cortas, un reloj de oro de dos kilos; acompañado por alguna vedette argentina y dos ex convictos con cara de bulldog. En su lugar, se asoma por la entrada del bar un chicano obeso de un metro noventa, un tanto rengo, con mostacho poblado, una camisa de mangas largas con estampados antárticos, un pantalón Gucci negro; apoyado en un bastón de caña de Indias, totalmente solo. Se sienta con desazón y le ordena al mozo un Sex on the Fiat 600. Yo pido un Cuba Gooding Jr.


Empecemos con esta farsa (se rasca la papada).



Hábleme un poco de sus orígenes.


Nací en Jaltomate (México), mi madre era una gran actriz del cine mudo mexicano, María Celeste Angélica Cruz de las Alturas Páez. Ella tenía una mentalidad muy liberal para la época, tenía simultáneas parejas , todas del mundo del espectáculo azteca. Fruto de la unión con uno de sus amantes, nació Emilio Florindo Manuel. Como dije antes, mi madre no tenía ningún tipo de tabú, y convirtió a Emilio en su amante cuando este cumplió once años. De aquella unión nací yo: Emilio es, a la vez, mi medio hermano y mi padre. Cuando cumplí la mayoría de edad mexicana (34 años), estaba ávido de aventuras y emigré ilegalmente hacia Argentina en un cajón de palta. Elegí este país porque siempre me atrajo su cultura, sus costumbres, el tango, Borges, Fangio. Pero más que nada, Susana Traverso… (suspira con melancolía). Empecé trabajando como repartidor en la pizzería Parra, un sucucho en el que vendían pizzas a unos precios exorbitantes. Mi jefe, Juan Carlos Heredia, me pagaba 10 australes la hora. En Parra trabé amistad con el pizzero Francisco Ibáñez. Éramos jóvenes y soñadores, íbamos a todos lados de reventón, divagábamos mucho, yo le hablaba de una teoría muy compleja que tenía en ese entonces y que aún sostengo: “Todo tiene que ver con todo”. Pancho me escuchaba con atención, un gran tipo. Fue una gran influencia para mí, a él le copié los bigotes. Bien. En uno de mis deliverys tropecé sin querer y se me cayó la caja de pizza por el suelo (este fue un momento decisivo en mi biografía, análogo al de la manzana de Newton y al del barrilete de Franklin). En el suelo habían quedado desparramadas la pizza, la caja y… unas bolsitas de dudoso contenido. Me llamó poderosamente la atención. Cinco años más tarde me enteré que eso era algo llamado droga, y que era una sustancia o preparado de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno. Consciente de los riesgos que corría, presioné a mi jefe para que me diera un porcentaje de las ventas. Éste se negó. Obligado por las circunstancias y ayudado por Pancho Ibáñez, maté a mi jefe y me quedé con su negocio y su mujer (la Susy, una morena curvilínea que me recordaba a la Traverso).

Ochoa en la Playa Franca.


¿Cuáles fueron sus influencias?


Me afectaron más que nada personajes ficticios, casi todos del mundo del celuloide. Le puedo nombrar a Tony Montana, Carlito Brigante y Michael Corleone.




Ahá, usted es un admirador de Al Pacino…


¿Quién?




No importa... ¿Cuáles son sus clientes fijos?


A mi amigo Pancho Ibáñez le vendo kilos y kilos de alucinógenos que él utiliza para mezclarlos con leche y azúcar y venderlos bajo el nombre de Actimel. Bueno, como todos sabemos, Charly García todos los meses hace “La Fiesta de la Heroína” y yo me encargo de proveerle la sustancia, las jeringas (no quiere que nadie las comparta, por el tema del SIDA, Charly es muy cuidadoso en ese aspecto) algo de blanca, unos porros, Flin Paff, galletitas Oreo, muñecas inflables, pastillitas D.R.F. de sabores varios, caramelos Media hora, Saladix Mexican y varios esclavos sexuales de trece años (su edad favorita). Hasta hace poco le vendía toneladas de cocaína a Andrés Calamaro, tenía una cuenta corriente con él. Pero el muy cabrón no pagaba a tiempo por eso decidí cancelársela, y le empecé a vender de contado. Sus compras dejaron de ser tan titánicas como en otros tiempos (sus últimos álbumes no vendieron un carajo). Hará cosa de unos quince días me enteré que ahora le compra a la competencia (el narco, ex actor, Norman Briski). Me enfurecí tanto que, cuando mis muchachos encuentren a Calamaro, (agita un puño) le van a hacer la corbata siciliana (se realiza una incisión al cuello y se saca la lengua por allí a modo de corbata), así me saco todo la bronca, además me desagradan en demasía su voz, sus letras, su música, su persona y, sobre todo, la gente que lo escucha. Y de paso le hacen la corbata a Emmanuel Horvilleur, qué tanto. Sólo por diversión. Se me pianta un lagrimón cuando recuerdo a un ex gran cliente fijo, el fallecido conductor de televisión Leonardo Simmons, un gran consumidor de LSD. Estaba en la onda del verano del amor, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Los Chalchaleros… Se suicidó cuando se enteró que todos ellos se habían disuelto… en ácido. Y bueno, para qué le voy a andar con rodeos, no hay kiosquero que no pruebe cada tanto un Bubaloo. Si no entiende la indirecta, quiero decir que cada tanto hago un sondeo de calidad en carne propia… O sea, cada tanto consumo… Yo… Mi propia mercancía… Que es droga…


Además del mundo droguil, usted se ha movido en otros círculos… ¿cuáles han sido?


Qué bueno que me lo pregunta, porque quería dar a conocer mi lado artístico. Con gran parte del dinero que hice con la merca, produje numerosos filmes aptos para todo público. Claro, siempre fui cuidadoso de usar diversos seudónimos. Es un negoción porque muchas estrellas aceptan el oro blanco como parte de pago. Y, en las vacaciones de invierno, la levanto con pala. Te confieso algo: hago más dinero produciendo películas que traficando. Pero soy un romántico, el día que haga esto por dinero me suicido. Bueno, volviendo al tema, en el mundo del cine yo incursioné en diversos géneros cinematográficos que no habían sido abordados hasta el momento, es decir que los creé, que los inventé. Cuando produje Liberen a Willy, estaba dándole una novedosa vuelta de tuerca al género “Animalito simpático se integra a la sociedad de manera productiva”, mal desarrollado en productos como Lassie y Flipper. Este género me dio muchísima guita, con la franquicia de Liberen a Willy me compré una mansión en Ibiza y la esclavitud de Madonna por siete meses, entre otras cosas. Luego vinieron Fluke, Paulie, Canguro Jack y un obsceno etcétera. Pero no me dormí en los laureles, también di a luz al género “¿Qué tiene de malo salir con una puta?”, con películas como Mujer Bonita, La Femme Nikita y Carrozas de Fuego. Y, por último, pero no menos importante, mi preciadísimo descubrimiento del género “Yo les voy a dar una lección a éstos” con cintas como Al Maestro con Cariño, Cambio de Hábito, Mentes Peligrosas, El Sustituto, Escuela de Rock, La Sociedad de los Poetas Muertos y la poco comprendida Cambio de Hábito 2.




Su vida amorosa ha sido muy convulsionada…


No quiero hablar de mi ex-novia epiléptica.




Hábleme de sus proyectos.


Estoy creando una red de distribución que abarcará prácticamente a todo el hemisferio sur. Y remándola todos los días para que mi negocio sea algo tan legal como el abuso de poder, la humillación, la desesperanza, la soledad y el dolor. También estoy produciendo un film de tres horas y media de duración sobre mi vida. Contará con las actuaciones de, Natalie Portman, Celeste Cid, Liv Ullmann, Julieta Díaz y John Leguizamo en el papel principal.




El Siestero de Rafaela, 20 de Junio de 2008


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Perfiles

Elisa Scarchilli, un ángel con las alas rotas



El año: 1982. El lugar: Rafaela, Santa Fe. El contexto histórico: las tropas del teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri ocupan las islas Malvinas mientras en Estados Unidos se estrena Blade Runner y en Suecia Fanny y Alexander. El suceso: El empresario lácteo Luciano Scarchilli se aparea con la por entonces ignota Mercedes Morán y se gesta en su vientre Elisa Scarchilli.



La pequeña Elisa, o Leli, como la llaman en el jardín de infantes, se aburre en el arenero, odia las figuras geométricas de madera pintadas con colores primarios y encuentra poco interesante el sabor del mate cocido. Prefiere el cine de Tarkovsky y la danza butoh. Desecha a Pipo Pescador y opta por Tangerine Dream. Sus compañeritos les piden a sus papás libritos de cuentos de Sigmar. Ella les pide algún compilado de las obras de Escher, si puede ser en tapa dura.



En la primaria, decenas de doceañeros se sienten atraídos por una diminuta Scarchilli de seis años. La perturbadora belleza que la acompaña toda su vida brota junto a un ego directamente proporcional. A los siete años su tío le hace escuchar The Beatles. Elisa piensa que es fácil decir “Todo lo que necesitas es amor” cuando se tiene una cuenta bancaria como la de Paul McCartney. A los 8 añitos se niega a sentarse al lado de un compañero que gustaba de ella por considerarlo vulgar, mal aseado, genéticamente imperfecto y espiritualmente vacío. Es el primer rechazo de miles. Nueves años después, en la fiesta de egresados Elisa se presenta con un vestido de Jean-Paul Gaultier que deja su gloriosa espalda al descubierto. Provoca tal excitación entre la muchedumbre que es violada en el baño por su profesora de educación física.


Pero no sólo la sensualidad y la erudición eran rasgos inherentes a Scarchilli, la solidaridad ocupaba un lugar importantísimo en su lista de prioridades. "Gran parte del curso no podía financiar el viaje de egresados a Bariloche. Entonces Elisa rompió sus cuatro alcancías (una serie de esculturas en porcelana que representa a los tres cerditos huyendo del famélico lobo) y todos partimos a la provincia de Río Negro con sus ahorros" recuerda Rubén Barroso, un compañero de la secundaria rechazado un total de 14 veces por la joven Leli. Aburrida del esquí que ya había probado hasta el hastío en Suiza, se encierra en la habitación del hotel California con su notebook a escribir un guión cinematográfico. Lo titula Una inesperada y malintencionada visita al campo de cipreses del señor Monterrey y sus trágicas consecuencias. Elisa le vende el guión a Alejandro Agresti que lo filma y retitula como Buenos Aires Viceversa.


Siempre en búsqueda de nuevas experiencias, Scarchilli se alista al partido New Age. No es inusual encontrarla hablando por teléfono en gaélico con Enya o discutiendo sobre temas como el aborto y la legalización del crack en un pulido francés con Jean Michel Jarre. Entre las clases de equitación y ballesta, una curiosa Scarchilli fabrica en el taller de su padre una Kalimba con una batata seca que encuentra en el patio. Con sólo 19 años, Elisa le prueba al mundo que es la mejor kalimbista viva. Su cabello negro azulado y su sonrisa altiva son la carta de presentación de diez magníficos y precisos dedos que conquistan a la crítica especializada, que no tarda en coronarla como la Jane Austen de la Kalimba. Julia firma contratos millonarios con Sony Classical, RCA, EMI y Deustche Grammophon. Scarchilli también es fotografiada por varias revistas de interés general y eróticas (a veces sin su pequeño instrumento). Su popularidad es tan pegadiza que presenta la fragancia Kalymbuss con Christian Dior. Cuando esta doncella primaveral no está perfeccionándose hasta niveles patológicos con la Kalimba, se aboca de lleno al aeróbic, a los pilates y a la danza árabe. En cuanto a su vida social, muchos aseguran haberla visto de la mano de Lito Cruz (el que hacía del diablo en El Garante).


Muere el 27 de abril de 2008 a los 25 años por abrir la heladera descalza.



El Siestero de Rafaela, 1 de Mayo de 2008



sábado, 30 de octubre de 2010

Segunda Entrevista al sociólogo Leoncio Díaz Naranjo

"UN ECOLOGISTA ES UN PADRE ABUSADOR, VIOLENTO Y ALCOHÓLICO"


¿Cómo le va Maestro? Disculpe que interrumpa su almuerzo...

Pero para nada. Es más, servite un plato de tomates verdes fritos ¿Te molesta si fumo?


Dele sin culpa. Leoncio, hoy acudo a usted por un tema que no me deja dormir... Los ecologistas... ¿Cómo explica usted, que estudió tanto, que exista esta clase de personas?

Puf, son una plaga. Mirá, este grupo maldito surge en el '78 y lo crea el General Jorge Rafael Videla en el más absoluto secreto. Esta secta aparentemente desvinculada de la política le sirvió al General como una cortina de smog para tapar ciertas licencias ejecutivas. Nadie se preocupaba por los desaparecidos entre tantas manifestaciones callejeras que clamaban por la salvación del tatú carreta.


Qué bueno que nombra a las manifestaciones ecologistas... ¿Es cierto que dañan al planeta un 33% más que una manifestación ordinaria? ¿Me pasa el Ades de ananá?

Tomá. Los ecologistas para manifestarse necesitan mucho más papel que el obrero que clama por el aumento de su salario. ¿Y sabés qué? El dinero que el proletariado reclama es aquel que va a parar en carteles como "Salvemos a la cachalote" o "Paremos con el maltrato a las focas". Y hay algo más peculiar todavía, un ecologista es por lo general un padre abusador, violento y alcohólico que necesita imperiosamente una causa noble y socialmente aceptada (el amor a la naturaleza) para mantener intacta su autoestima moral.


¿Por qué los ecologistas fuman y tienen auto? ¿No deberían evitar la exhalación de humo si aman más el aire que a sus madres?

Vale decir (lanza una bocanada) que un ecologista es una persona enferma psíquica, intelectual, física y espiritualmente. Su escala de valores es un puzzle de 234 piezas dispersas en una juguetería de tres pisos. No hay que asombrarse si los vemos comerse un churrasco mientras hablan del cariño que sienten por los animales vertebrados o usando espirales para intoxicar mosquitos cuando tienen puesta una remera de Greenpeace. Un ecologista es alguien que necesita de nuestra ayuda.


El Siestero de Rafaela, 24 de Marzo de 2009


martes, 26 de octubre de 2010

Dale que estamos en Barcelona


"Reíte hija de puta, pero si volvés a filmar con ese judío pederasta te hago una traqueotomía con un tramontina oxidado"

Los personajes de Woody Allen son cultísimos. Pintan como Miró o Pollock, leen a Bretch o a Heidegger, se pasan discos de Webern y de Kodály, sacan fotografías en blanco y negro, discuten sobre procesualismo, y vaya a saber uno todo lo que hacen cuando no los están filmando. Eso está bastante bien, lo que resulta un verdadero insulto a la inteligencia es que personajes interpretados por Scarlett Johansson o Jonathan Rhys Meyers lo hagan.

En su última película, Allen vuelve a insultarnos, pero esta vez con más saña. A ese universo en el que el kiosquero te recomienda la mejor versión de La Flauta Mágica jamás grabada, se le añade otro: el de Pedro Almodóvar. A esto le sumamos requechos malolientes de Closer y cartón lleno, no hay que pensarlo mucho… Allen + Almodóvar + Closer = Bosta. Si un híbrido tiene más posibilidad de ser vomitivo que cualquier otro producto, éste tiene la arcada asegurada.

Vicky Cristina Barcelona es una de esas películas donde los personajes ríen, pasean, cogen, se enchastran con pintura, revelan fotos, se encuentran a sí mismos y uno se pregunta en qué parte del cuerpo les dispararía.

El argumento es el siguiente: gallego de moda propone trío a dos yanquis lindas y pelotudas para poder olvidarse de una ex suicida (una gallega pelotuda) lo que deviene en un sinfín de desopilantes espisodios. Perdón, eso último no.

Mal actuada, horrendamente musicalizada y filmada de taquito, este Bodrio (sí, así, con mayúsculas) se queda en las meras promesas. Resulta una picana en los huevos que en una película con una premisa explícitamente sexual tengamos que soportar los gritos de Penélope Cruz sin poder verle sus tetas, cuando parece no tener ningún problema en mostrarlas cada vez que le asoman un cheque. Y eso no es nada. Allen arruina el único momento que parecía ser medianamente interesante: la pareja de una de las yanquis pelotudas comienza a contar un chiste, escuchamos gran parte del mismo… salvo el remate. Oh, delirios del cine arte.
Es tan artístico este sorete que no pertenece a ningún género. No es comedia porque no causa gracia. No es drama porque lo que “les pasa” a los personajes nos importa tanto como el precio de los plaguicidas. No es erótica porque no vemos un mísero pezón ni una puta raja de culo.

Vicky Cristina Barcelona
(título estúpido si los hay) es un bodoque fecal cuya única finalidad en el mundo parece ser ocupar una estantería más en el videoclub. O quizás sirva para confirmar nuestras peores sospechas: que las minas que están buenas no saben actuar y que un ménage à trois puede ser aburridísimo. O para que tengan tema de conversación esos pelotudos intergalácticos con zapatillas amarillas en bares donde hay cubos blancos en lugar de sillas.


Próximo proyecto de Woody Allen: Una ameba retraída descubre que tiene un talento innato para tocar el fagot pero su familia se opone a su sueño de pertenecer a la Sinfónica de Londres. Con las voces de Jeff Goldblum y Asia Argento.



El Siestero de Rafaela, 8 de Marzo de 2009

jueves, 21 de octubre de 2010

Entrevista al sociólogo Leoncio Díaz Naranjo

"EL IMPACTO DE LOST ES PURAMENTE ONOMATOPÉYICO"



Antes que nada, un millón de gracias por concederme esta entrevista, Leoncio.

De nada. Cerrame un cacho la puerta que entra un resplandor tremendo. Sentate en el puff amarillo. Ya te traigo jugo de arándano.


Bien Maestro, le tenía que hacer unas preguntas sobre ciertos fenómenos recientes que seguramente ha estado estudiando. Comencemos con Manu Chao... ¿Cómo explica usted el esplendor, apogeo, permanencia y sobredimensionamiento de este músico?

Es complejo. Mirá, desde el boom de los productos light, hace como treinta años, se ha producido un desequilibro alimenticio de la gran siete. Existen ciertas grasas que son esenciales para que el organismo funcione como un todo. La carencia de estas grasas devienen en una pérdida parcial del espectro auditivo, es decir, se aprecian sólo algunas notas (por lo general las más estridentes) y no se realiza un discernimiento tímbrico (el que nos permite disfrutar delicias como Adagio de Barber o Neptuno de Holst). De esta manera, el oyente no distingue una viola da gamba de un cello. Una cosa de no creer. Pero está pasando mientras estoy hablando.


Ahá, o sea que el mal gusto no es algo que uno vaya edificando con el tiempo sino una condición biológica...

No lo podrías haber dicho mejor.


Otro tema. La serie Lost. ¿Por qué lo miran a uno como a un ornitorrinco en triciclo cuando dice no haber visto ni un sólo capítulo de la misma?

Es uno de los caso más extraños a los que me he enfrentado como sociólogo. Y lo más curioso de todo esto es que su público se crió viendo cosas como Alf y Los Benvenuto. Se trata de un impacto puramente onomatopéyico. Escuchá: "LOST", suena como un latigazo contra un piso mojado. Y son cuatro letras como JAWS, una fórmula hartamente visitada para convocar al éxito. El resto, poco importa. La jauría necesita algo que la una, como el huevo une los bizcochuelos de vainilla. Los que ven Lost sólo lo ven para hablar de Lost, se trata de un extraño caso de disfrute a posteriori... como fornicar y tener el orgasmo al otro día, cuando le contás a algún amiguito que fornicaste.


¿Qué me dice de la serie Carnivale?

Es lo que llamo un infra-fenómeno. Los que difunden este material serán los primeros en olvidarlo dentro de cuatro años, creeme.


Estoy pasmado, ahora me da miedo salir a la calle.

Y lo bien que hacés, porque se vienen tejiendo miles de manías que no encuentran explicación en las ciencias convencionales. ¿Cómo explicás que haya hogares donde exista más de un disco de Andrés Calamaro? ¿Con psicología? ¿Con astrofísica? ¿Con frenología? No, querido. Esto va mucho más allá, es un red invisible que se extiende, nos rodea y nos penetra. Ahora disculpame, me voy a ver el último capítulo de 24.


El Siestero de Rafaela , 27 de febrero de 2009